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iluminado por el flúor.
 Pongámonos pronto los trajes  continuó . Quizá a nuestros anfitriones no les
guste que les hagamos esperar... Atontado, mantén todos los sistemas listos para entrar
en funcionamiento. No dejes pasar a nadie, si no es uno de nosotros. Si alguien discute
contigo sobre eso, mándalo que hable con nosotros.
 Quizá necesitemos una contraseña  llegó la voz de Adzel.
 Buena idea  dijo Falkayn . Hum... ¿Conocéis esto? Silbó unas cuantas notas, y
dijo:
 Dudo que los baburitas hayan oído alguna vez «One Ball Riley».
Por debajo de su jovialidad, pensó: ¿Qué importa? Estamos completamente a su
merced. Y después: ¡No necesariamente, por Dios!
Junto a la escotilla principal, él, Adzel y Chee se pusieron los trajes. Se tomaron el
tiempo necesario para una revisión completa. El paseo que tenían que dar era corto, pero
el más mínimo fallo resultaría fatal.
 Que te vaya bien, Atontado  dijo Adzel, antes de cerrar su placa facial.
 Siempre que no te sientes aquí a inventar nuevas deformaciones del póquer 
añadió Chee.
 ¿Os interesarían más variaciones sobre el backgammon?  preguntó el computador.
 Vamos, moveos, por el amor de Dios  dijo Falkayn.
Después de terminar sus preparativos, cada uno cogió su impedimenta personal,
preparada previamente, y salió por la escotilla. Un ascensor situado en un nicho de la
pared del hangar, dotado de un mando para subir y bajar, los llevó a la parte superior.
Adzel tuvo que utilizarlo en solitario, y aun así la mayor parte de su cuerpo colgaba por
fuera del aparato. Sin embargo, el hecho de que pudiese soportar su peso era sugerente.
El ascensor estaba destinado para el uso exclusivo de pasajeros; Falkayn había visto en
otros puntos de la pista soportes para naves en carga y descarga y equipamiento para el
traslado de las mercancías. Así pues, los baburitas tenían visitantes mayores que ellos
con la frecuencia suficiente para justificar la construcción de aquella máquina.
Cuando salió a la superficie, Falkayn se fijó también en los controles de la cubierta del
hangar. Había un volante que dirigía un pequeño motor que accionaba el sistema
hidráulico, subiendo o bajando la pesada pieza metálica.
Pesadez..., el peso le golpeaba, al no estar aliviado ya por el campo de gravedad del
interior de su nave. Sus ojos veían aquel mundo envuelto en penumbra, pues ya no
contaban con las ampliaciones ópticas. El final del corto día de Babur se acercaba y
Mogul brillaba muy bajo sobre unos edificios a su izquierda. Nubes de color ámbar
colgaban en un cielo color púrpura, y soplaba una ruda galerna. Como la presión de la
atmósfera era tres veces y un tercio superior a la de la Tierra, abrirse paso a través de
aquel viento se parecía a vadear un río. Tanto el aire como todos los ruidos que conducía
tenían un sonido estridente.
Varios baburitas salieron a su encuentro, llevando armas energéticas; y les indicaron el
camino por medio de gestos, avanzando por la pista con dificultad hacia un complejo que
ocupaba por completo uno de sus lados. Falkayn reconoció la estructura cuando estuvo lo
bastante cerca para darse cuenta de los detalles entre la escasa luz. No era ningún taller
o almacén de hielo como los que brillaban en otros lugares, se trataba de una unidad
ambiental de fabricación humana, un bloque construido con aleaciones y plásticos
notables por su resistencia, de gruesas paredes y con un triple aislamiento. De algunas de
las reforzadas ventanas salía una luz amarilla. Falkayn sabía que en su interior el aire
estaría cálido y reciclado y, como parte de ese reciclaje, el hidrógeno que se formaba era
tratado catalíticamente para fabricar agua. El helio que penetraba ocupaba el lugar de una
cantidad de nitrógeno equivalente. Una quinta parte del gas era oxígeno. Un generador de
gravedad mantenía el peso dentro de lo normal en la Tierra.
 Nuestro hogar, lejos del hogar  murmuró. El asombro de Chee tomó forma en el
micrófono colocado en su oído.
 ¿Un edificio tan grande? ¿A cuántos habrán alojado a la vez? ¿Y por qué?
Un miembro de la escolta habló por un comunicador situado junto a una compuerta.
Era evidente que había solicitado ayuda del interior, porque la válvula exterior se abrió,
retrocediendo hacia dentro al cabo de dos minutos. Los tres nativos del Sistema Solar
entraron en la cámara en respuesta a los gestos. Apenas había espacio para ellos. Las
bombas rugieron al absorber el aire de Babur; el aire del interior salió silbando por una
pequeña boca y la válvula interior se abrió.
Detrás había una especie de vestíbulo, vacío a excepción de un armario donde se
guardaban usualmente trajes espaciales. Había dos seres esperándoles, ligeramente
vestidos, pero ambos portaban armas a sus costados. Uno era un merseiano, un bípedo
cuyo rostro se parecía toscamente al humano, pero cuyo cuerpo cubierto de piel verde, su
marcha arrastrada y su poderosa cola no lo eran. El otro ser era un macho humano.
Falkayn dio un paso adelante, lo que le hizo casi perder el equilibrio al cesar el peso
hacia abajo de la gravedad de aquel planeta. Abrió su placa facial y oyó:
 Hola, bienvenidos al monasterio.
 Gracias  musitó.
 Antes de nada, una palabra de aviso  dijo el hombre . No intentéis crear
problemas, por muy corpulento que sea vuestro amigo, el wodenita. Los baburitas tienen
por todas partes guardias armados. Cooperad conmigo y yo os ayudaré a aposentaros
cómodamente. Estaréis aquí durante bastante tiempo.
 ¿Por qué?
 No supondréis que os van a dejar ir antes de que termine la guerra, ¿verdad? ¿O es
que no lo sabíais? La flota principal de Babur ha salido a apoderarse de Mirkheim y las
naves de exploración informaron de que naves humanas se dirigían hacia allí.
6
El hombre, grande, de rasgos fuertes y espeso bigote, se presentó a sí mismo como
Sheldon Wyler.
 Claro que estoy trabajando para los baburitas  dijo casi con frialdad . ¿Qué es
para mí el Mercado Común o la Liga? Y no os molestéis en preguntarme detalles porque
no os los diré.
No obstante, les dio el nombre de su compañero que había permanecido en un hosco
silencio: Blyndwyr, de los Vach Ruethen.
 Hay bastantes merseianos alistados en la flota  dijo voluntariamente . Pertenecen
en su mayor parte al partido aristocrático de su planeta y odian a la Liga porque les dio de
lado y comerció con el grupo de los Gethfennu. Es curioso, casi nadie dentro de la Liga
parece capaz de comprender el cosmos de enemigos que se han ido creando a lo largo
de los años. [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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